ABANDONANDOME Cuál fue la primera parte de mi cuerpo que se alejó y me dejo solo, como las uñas de Buda que dicen que le crecieron como garras, pues nadie se las cortaba, no deseaba nada del mundo.
YO,EL ABANDONADO.
cuál fue la primera parte de mi cuerpo que se alejó y me dejo solo, como las uñas de Buda que dicen que le crecieron como garras, pues nadie se las cortaba, no deseaba nada del mundo.
He leído mucha poesía sobre el amor a unos ojos divinos, a un cabello largo y reluciente, a unos senos que despiertan deseo a unas manos delicadas que invitan al beso.
Pero nunca un poema dedicado a las uñas de los pies, sobre todo de los dedos gordos.
Ayer se me desprendió completamente y sin dolor la uña del dedo gordo del pie derecho.
Uña querida, que me ayudaste a recorrer camino, a dar patadas a mis enemigos, ya no estás conmigo. Se despidió en la noche sin dolor, silenciosa, como siempre había vivido.
Uña del alma. Creación de Dios. ¿Por qué te has ido sin avisarme?
Pablo Neruda escribió una frase:
“Amo tus uñas porque anduvieron sobre la tierra y sobre el viento y sobre el agua, hasta que me encontraron”
Y Gabriela Mistral también escribió:
“Uñitas de los piececitos de niño,
Dos joyitas sufrientes,
¡Cómo pasan sin veros las gentes!
Dos poemas que mencionan los cascos que tenemos en nuestros pies y que casi siempre olvidamos de cuidar y amarlos.
Días atrás, en la consulta, mientras esperaba mi turno, muchas ancianas y ancianos sostenían esta conversación:
-Pues yo tengo una cardiopatía grado III y tomo tales medicamentos….
Y un anciano continúo:
-Pues yo estoy peor. Tengo atrofia de la cabeza del fémur y me preparan para una prótesis-
Y salto otra mujer que no quería quedarse atrás.
-Yo Tengo hipotiroidismo, edemas en las piernas y obesidad. No sé qué van a hacer conmigo.
-¿Y usted Señor?- esta pregunta era dirigida a mí.
-Pues a mí una jinetera cubana me pego una gonorrea de la que no hay antibiótico que me salve.
Y me puse de pie. Y Salí al jardín del nosocomio. No aguantaba más esas enfermedades que la gente competía cual era la más grave que tenían. Necesitaban ver un ataúd para hacerlas entrar en razón.
Ya en el portal del nosocomio el guarda, que ya me conocía, me dijo:
_Señor. Ya se puso la Insulina.
-SI. Y estoy muy grave. Me la pusieron intravenosa.
- Ah. Entonces está en buenas manos.
Me fui casi loco de allí. Me sentía ya cadáver.
_ Eso que tenés es Neuropatía Diabética.- Dijo la doctora.
Esa manía de los médicos de ponerle nombre a enfermedades por doquier. Nombres extraños que hasta el pueblo simple ya conoce: enfermedad de Crohn, Sinapsis Postraumática, etc.
Por eso los pacientes dominan ya sus patologías aunque no sepan bien a qué se deben. Y el efecto placebo está en buenas manos aunque los médicos hacen como que saben y saben muy poco.
Pero volviendo a mi uña del dedo gordo del pie, que sin rechistar se desprendió en una noche de primavera dejando el lecho ungueal en carne viva. Pero no me quejo. Los hombres no lloran por una uña perdida, le hacen poemas.
Yo recogí la uña. Grande y con signos de trofismo, la coloque en una copa al lado de la televisor para acordarme después, cuál fue la primera parte de mi cuerpo que se alejó y me dejo solo, como las uñas de Buda que dicen que le crecieron como garras, pues nadie se las cortaba, no deseaba nada del mundo.
Dr Orlando Vicente Álvarez
cubano uruguay,genio
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