Las trampillas abiertas de las criptas subterráneas parecen bocas de serpientes que respiran. Llueve sobre las lápidas, crucifijos y flores, y las capillas de los muertos enterrados en familia necesitan orearse contra la humedad. La grisura del cielo es espejo de tanto mármol. Sevilla no parece Sevilla en esta mañana londinense de enero. Morante de la Puebla camina entre las tumbas del cementerio de San Fernando como una aparición de tiempos pasados. El abrigo largo y negro, el sombrero calado
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