No le parece extraño que, en el último mes, todos los países latinoamericanos hayan comenzado a caer en el caos y sufrir desestabilización? Y que, de repente, en Brasil, ex aliados se están posicionando contra el presidente Jair Bolsonaro.
Hay una explicación para esto. Todo comenzó el 23 de septiembre de este año, cuando la Organización de los Estados Americanos (OEA), a través de una iniciativa de Brasil y Estados Unidos, asestó un duro golpe al Foro de São Paulo: invocaron el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) para investigar la relación entre Venezuela y el narcotráfico.
La resolución fue aprobada y reconoce la "amenaza que representa el régimen ilegítimo de Nicolás Maduro para la seguridad y la estabilidad del Hemisferio".
La TIAR requiere que todas las agencias de los países miembros (FBI, CIA, Policías Federales, etcétera) participen en la investigación. Aquellos que no colaboren pueden ser investigados por prevaricación. Esta amplia investigación puede revelar los lazos de la izquierda latinoamericana con el narcotráfico.
Al día siguiente, 24 de septiembre, ¿adonde viaja el dictador Nicolás Maduro? A Rusia. Y su brazo derecho, Diosdado Cabello, va a Corea del Norte (¿se encontró con los chinos?). Fueron a buscar apoyo contra la nueva ofensiva.
Ahora, inicia el proceso. Vea usted:
Perú, 30 de septiembre. La crisis política interna hace que el presidente Martín Vizcarra cierre el Congreso y prohíba los nombramientos a la Corte Suprema. Se establece el caos.
Ecuador, 8 de octubre. Una serie de protestas violentas (similares a las que los black blocs radicalizaron en 2013 en Brasil), presuntamente desencadenadas por el aumento de los precios del combustible, llevaron al presidente Lenin Moreno a declarar estado de sitio y reubicar la sede del gobierno ecuatoriano de Quito a Guayaquil.
Honduras, 10 de octubre. La oposición de la izquierda, partidaria del amigo del brasileño Luis Inácio 'Lula' da Silva, Manuel Zelaya, sale a la calle, en violentas protestas, exigiendo la caída del presidente Juan Orlando Hernández, poco después de anunciar un acuerdo de cooperación de seguridad con el presidente de Estados Unidos Donald Trump.
Chile, 18 de octubre. Inician una serie de protestas violentas en el interior del país (repitiendo nuevamente los métodos de los black blocs brasileños de 2013), supuestamente "provocadas" por el alza de tarifas, lo que provocó caos, vandalismo, muertes y decreto del estado de emergencia por parte del presidente Sebastián. Piñera.
México, 18 de octubre. Una guerra entre el narcotráfico y las Fuerzas Armadas tras el arresto del hijo de "El Chapo" Guzmán provoca muertes, caos interno y es ganada por el tráfico. El presidente izquierdista Manuel Andrés López Obrador se rinde.
Venezuela, 19 de octubre. Diosdado Cabello declara públicamente: "Lo que está sucediendo en Perú, Chile, Ecuador, Argentina, Honduras es una brisita, vendrá un huracán bolivariano".
No olviden a Argentina, donde Cristina Kirchner regresa al poder, a través de la candidatura de Alberto Fernández, y ayudado por la incompetencia de Mauricio Macri, que no tiene una base ideológica seria (una advertencia a los liberales que están persiguiendo al núcleo ideológico del gobierno de Bolsonaro).
Brasil, desde el 26 de septiembre hasta hoy. Misteriosas manchas de petróleo crudo comienzan a contaminar toda la costa noreste. Curiosamente, el número aumentó precisamente en el curso de los eventos descritos aquí. ¿Accidente o ataque? ¿El petróleo recuerda a qué país latinoamericano?
Además, el presidente Jair Bolsonaro enfrenta traición por todos lados, especialmente dentro de su base política. El establishment burocrático actúa para criminalizar a sus partidarios más leales, castigar al movimiento conservador y forjar un crimen para derrocar al presidente.
En palabras de Cabello, citadas aquí, el brazo derecho de Maduro confirma que todo está programado.
En julio pasado, los líderes socialistas latinoamericanos fundaron - con vestidos nuevos - el Foro de São Paulo en Puebla, México (cuyo presidente, Manuel Andrés López Obrador, es del Foro): el Movimiento Progresivo, que apoya todas las protestas violentas aquí citadas. Lula y Dilma también se unieron al Grupo Puebla, nueva cara del Foro de São Paulo.
Este es un proceso desencadenado por la victoria de Jair Bolsonaro en Brasil, que derrocó la hegemonia globalista en el segundo país más grande después de Estados Unidos y el líder natural de nuestra región. Este proceso se aceleró después de proponer el TIAR, que puede llevar a muchos socialistas a la cárcel.
No olvidemos a Paraguay, con el intento de derrocar al presidente Mario Abdo, y a Colombia, con la reanudación de la acción armada de las FARC. Todo está orquestado. El Foro de São Paulo se está reconstruyendo. El ataque a Brasil será el último y más fuerte.
Añadiendo dos notas de fuera de América Latina, el 24 de septiembre la Corte Suprema del Reino Unido golpea al Brexit y Boris Johnson. Al día siguiente, 25 de septiembre, abren proceso de impeachment contra Donald Trump.
La intención es aturdir a las fuerzas antiglobalistas con tantos problemas internos que simplemente se ocupan de ello y no se apoyan mutuamente en la lucha más amplia contra el esquema globalista. Esta es una nueva guerra mundial.
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