martes, 29 de septiembre de 2020

HECHOS HORRIBLES EN CUBA

 

CANDELA.AUTO ICINERACION,SUICIDO CON FUEGO........FUEGO FIRE SELF ICINERATION, SUICIDED BY FIRE

 




En primer lugar desde niño recuerdo los suicidios por auto incineración, casi siempre en venganza a maridos infieles o maltratadores. Pero ya médico, vi en la morgue una chica de 16 años que se “había prendido candela con keroseno y gasolina” por qué el padre no la dejaba tener novio. Con su vestido de quince años no había permitido que el fuego quemara su bello y juvenil rostro.


   La otra fue una mujer que se envolvió en su vestido de novia y se acostó en la bañera y se empapó en gasolina y keroseno. El olor a cerdo asado se extendió por la cuadra. Cuando el esposo se acercaba del trabajo, los vecinos le gritaban –Fulano, así que estas asando un puerco en casa y no nos invita”. El marido corrió, sospechoso, y se encontró con el panorama.

  Estos actos eran ya una tradición en Cuba, de darse candela y salir encendida corriendo por la calle, envueltas en llamas. No sé si aún ocurren. La prensa como siempre: silencio. No eran seres humanos.


   Recuerdo un caso de una joven mujer traída en camilla por sus familiares con ambos antebrazos colgados solo por la piel. Se había desangrado ya y estaba muerta. Su hermana con el cuero cabelludo cercenado detrás con la cachucha o mechón de pelo recogido en una cinta a ver si los cirujanos la adherían otra vez a la dama, que parecia una muñeca maltratada por su dueña chiquilina.

   Todo con un arma terrible: el machete cubano.



DR ORLANDO VICENTE ALVAREZ
CUBANO URUGUAYO
GENIO


SELF ICINERATION, SUICIDED BY FIRE

UN RITO VUDU MUY CRUEL

 


   Pero el caso más terrible que presencie en el Hospital Pediátrico Agustino Neto de Gtmo fue el de una niña de 3 años de raza negra. Esta beba  fue degollada en un “ritual vudú” o algo similar  y tirada en un cañaveral al cual se le prendió fuego. Yo vi a la infante en la morgue con una batica verde y toda quemada preparada para entregársela a los familiares. Como siempre, la prensa o la radio silenciaban estos actos estremecedores.


  Cuando estudiaba la carrera de Medicina a los varones nos endilgaron una asignatura obligatoria cada martes de la semana: Preparación Militar, pues el imperio del norte estaba a punto de atacarnos. Los profesores militares, de bajo nivel académico, nos leían el manual de la guerra: en él se condenaba la peredastía. Yo le pedí explicaciones al oficial preguntando que qué era aquello. El me dijo: cuando en las tropas se descubren dos hombres y uno da el c....Yo busqué en el diccionario y descubrí que significaba "el abuso sexual de un menor ya sea niño o niña por un adulto.

  El manual que nos instruía a enfrentar al enemigo confundía la pederastia con la homosexualidad de adultos. Asi eran de inteligentes los que escribían los manuales de guerra.

DR ORLANDO VICENTE ALVAREZ

Orlando Vicente fue un medico cubano esclavo,en Nicaragua

 Médicos cubanos en Nicaragua:: Chinandega de Orlando Vicente Alvarez

Ocho estudiantes de medicina son enviados por Fidel Castro al interior de Nicaragua. Alli es como un infierno que controlan cada uno de sus movimientos y amorios. Daniel descepcionado de la Juventud Comunista y su hipocrecia decide escapar hacia Honduras ayudado por la iglesia catòlica.




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: Georges Girardot (1856-1914), Erigón hija de Icario

 

′′ Dionisio apareció, invitado desconocido, en la casa de un viejo jardinero del Attica. Icario vivía con su hija Erigone, amaba plantar nuevos árboles, su hogar era pobre. Acogió al desconocido con el gesto abramico que invita al ángel, dejando vacío en la mente el lugar del invitado. De ese gesto desciende cada regalo. Inmediatamente Erigone se movió para ordeñar leche de cabra para el invitado. Dionisio la detuvo, con dulzura, en ese gesto que algún día un filólogo llamaría ′′ un adorable faux pas ". Iba a revelar al padre de ella, ′′ por la equidad y la devoción que él tenía ", algo que nadie tenía Nunca antes conocido: el vino. Erigone ahora le daba a su padre copas y copas de ese nuevo licor. Icario se sentía feliz. Dionisio entonces le explicó que ese nuevo licor era tal vez más poderoso que el pan que Demetra había revelado a otros campesinos, porque sabía despertar y sabía dormir, y derritió los dolores que atravesaban el alma, los hacía líquidos y fugitivos. Ahora bien, habría sido transmitir a otros esa revelación, como antes le tocó a Trittolemo para el trigo.
Ahí fue cuando Erigone fue seducida por Dionisio? No lo sabemos. Solo un verso de Ovidio, como un restos marinos, sobrevivió a decírnoslo. Aracne tuvo la insolencia de competir con Atenea en el arte de la ficha. Su tela mostraba Europa secuestrada por el toro: y se veían los pies de la doncella retractarse temerosos del agua. También se veía Leda bajo las alas del cisne. También se veía a Danae invadida por una lluvia de oro. Se veía Asteria prisionera de un águila. Y también se veía Erigone, que Dionisio engañaba con uvas ("... falsa deceperit uvas ′′). Nada más nos dice Ovidio. Pero la secuencia tejida por Aracne incluía, por desafío, sólo historias vergonzosas para los dioses. Erigone, pues, fue seducida y engañada por esas uvas prodigiosas. Otros nos dicen que Dionisio y Erigone también tuvieron un hijo: se llamaba Stafilo, ′′ racimo de uva ", así como se llamaría un hijo que otros atribuyeron a Dionisio y Ariadne." (Ropberto Calasso, La boda de Cadmo y la armonía No hay nada que pueda hacer)
IMG: Georges Girardot (1856-1914), Erigón hija de Icario
 
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RAYUELA "Tu más profunda piel" de Julio Cortázar Cada memoria enamorad

 

"Tu más profunda piel" de Julio Cortázar
Cada memoria enamorada guarda sus magdalenas y la mía -sábelo, allí donde estés- es el perfume del tabaco rubio que me devuelve a tu espigada noche, a la ráfaga de tu más profunda piel. No el tabaco que se aspira, el humo que tapiza las gargantas, sino esa vaga equívoca fragancia que deja la pipa, en los dedos y que en algún momento, en algún gesto inadvertido, asciende con su látigo de delicia para encabritar tu recuerdo, la sombra de tu espalda contra el blanco velamen de las sábanas.
No me mires desde la ausencia con esa gravedad un poco infantil que hacía de tu rostro una máscara de joven faraón nubio. Creo que siempre estuvo entendido que sólo nos daríamos el placer y las fiestas livianas del alcohol y las calles vacías de la medianoche. De ti tengo más que eso, pero en el recuerdo me vuelves desnuda y volcada, nuestro planeta más preciso fue esa cama donde lentas, imperiosas geografías iban naciendo de nuestros viajes, de tanto desembarco amable o resistido de embajadas con cestos de frutas o agazapados flecheros, y cada pozo, cada río, cada colina y cada llano los hallamos en noches extenuantes, entre oscuros parlamentos de aliados o enemigos. ¡Oh viajera de ti misma, máquina de olvido! Y entonces me paso la mano por la cara con un gesto distraído y el perfume del tabaco en mis dedos te trae otra vez para arrancarme a este presente acostumbrado, te proyecta antílope en la pantalla de ese lecho donde vivimos las interminables rutas de un efímero encuentro.
Yo aprendía contigo lenguajes paralelos: el de esa geometría de tu cuerpo que me llenaba la boca y las manos de teoremas temblorosos, el de tu hablar diferente, tu lengua insular que tantas veces me confundía. Con el perfume del tabaco vuelve ahora un recuerdo preciso que lo abarca todo en un instante que es como un vórtice, sé que dijiste "Me da pena, y yo no comprendí porque nada creía que pudiera apenarte en esa maraña de caricias que nos volvía ovillo blanco y negro, lenta danza en que el uno pesaba sobre el otro para luego dejarse invadir por la presión liviana de unos muslos, de unos brazos, rotando blandamente y desligándose hasta otra vez ovillarse y repetir las caída desde lo alto o lo hondo, jinete o potro arquero o gacela, hipogrifos afrontados, delfines en mitad del salto. Entonces aprendí que la pena en tu boca era otro nombre del pudor y la vergüenza, y que no te decidías a mi nueva sed que ya tanto habías saciado, que me rechazabas suplicando con esa manera de esconder los ojos, de apoyar el mentón en la garganta para no dejarme en la boca más que el negro nido de tu pelo.
Dijiste "Me da pena, sabes", y volcada de espaldas me miraste con ojos y senos, con labios que trazaban una flor de lentos pétalos. Tuve que doblarte los brazos, murmurar un último deseo con el correr de las manos por las más dulces colinas, sintiendo como poco a poco cedías y te echabas de lado hasta rendir el sedoso muro de tu espalda donde un menudo omóplato tenía algo de ala de ángel mancillado. Te daba pena, y de esa pena iba a nacer el perfume que ahora me devuelve a tu vergüenza antes de que otro acorde, el último, nos alzara en una misma estremecida réplica. Sé que cerré los ojos, que lamí la sal de tu piel, que descendí volcándote hasta sentir tus riñones como el estrechamiento de la jarra donde se apoyan las manos con el ritmo de la ofrenda; en algún momento llegué a perderme en el pasaje hurtado y prieto que se llegaba al goce de mis labios mientras desde tan allá, desde tu país de arriba y lejos, murmuraba tu pena una última defensa abandonada.
Con el perfume del tabaco rubio en los dedos asciende otra vez el balbuceo, el temblor de ese oscuro encuentro, sé que una boca buscó la oculta boca estremecida, el labio único ciñéndose a su miedo, el ardiente contorno rosa y bronce que te libraba a mi más extremo viaje. Y como ocurre siempre, no sentí en ese delirio lo que ahora me trae el recuerdo desde un vago aroma de tabaco, pero esa musgosa fragancia, esa canela de sombra hizo su camino secreto a partir del olvido necesario e instantáneo, indecible juego de la carne oculta a la conciencia lo que mueve las más densas, implacables máquinas del fuego. No eras sabor ni olor, tu más escondido país se daba como imagen y contacto, y sólo hoy unos dedos casualmente manchados de tabaco me devuelven el instante en que me enderecé sobre ti para lentamente reclamar las llaves de pasaje, forzar el dulce trecho donde tu pena tejía las últimas defensas ahora que con la boca hundida en la almohada sollozabas una súplica de oscura aquiescencia, de derramado pelo. Más tarde comprendiste y no hubo pena, me cediste la ciudad de tu más profunda piel desde tanto horizonte diferente, después de fabulosas máquinas de sitio y parlamentos y batallas. En esta vaga vainilla de tabaco que hoy me mancha los dedos se despierta la noche en que tuviste tu primera, tu última pena. Cierro los ojos y aspiro en el pasado ese perfume de tu carne más secreta, quisiera no abrirlos a este ahora donde leo y fumo y todavía creo estar viviendo.
La imagen puede contener: texto que dice "Arte Literatura Cada memoria enamorada guarda sus magdalenas y la mía -sábelo, allí donde estés- es el perfume del tabaco rubio que me devuelve a tu espigada noche, a la ráfaga de tu más profunda piel. Julio Cortázar/Rayuela"
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