miércoles, 10 de marzo de 2021

LA ÚLTIMA FILÓSOFA GRIEGA.....LITERATURA, GRAMÁTICA Y ORTOGRAFÍA · LA ÚLTIMA FILÓSOFA GRIEGA.

 

LA ÚLTIMA FILÓSOFA GRIEGA.
En el año 415 se apagó bruscamente la estrella de la matemática, astrónoma y filósofa pagana Hipatia de Alejandría, cuando una turba de cristianos exaltados la mató con extrema crueldad. Este trágico hecho marcó el ocaso de la cultura pagana en el mundo antiguo.
En el mes de marzo del año 415, en plena Cuaresma, un crimen sacudió la ciudad de Alejandría: una muchedumbre vociferante atacó a la respetada y sabia Hipatia, la mató y se ensañó con sus restos. Los asesinos formaban parte de «una multitud de creyentes en Dios», que «buscaron a la mujer pagana que había entretenido a la gente de la ciudad y al prefecto con sus encantamientos». Así habla de la filósofa –como de una bruja– la crónica de Juan, obispo de Nikiu, una diócesis del delta del Nilo. Escrita casi tres siglos después del asesinato de Hipatia, es el texto que ofrece más detalles sobre su muerte, y también muestra una clara animadversión hacia la estudiosa, cuyas hechicerías habrían justificado su atroz final. Pero ¿quién fue en realidad Hipatia y por qué murió?
Para responder a esta pregunta debemos trasladarnos a la Alejandría de comienzos del siglo V. Por entonces, la espléndida metrópoli fundada por Alejandro Magno, famosa por su Museo (un extraordinario centro científico), su enorme Biblioteca y sus grandes templos, aún mantenía una considerable población y era la capital de Egipto. Como ciudad del Imperio romano de Oriente, la gobernaba un prefecto enviado por el emperador de Constantinopla; pero, de modo no oficial, gran parte de su gente obedecía los dictados de su obispo y patriarca, quien velaba por la fe y la ortodoxia de la comunidad cristiana.
Desde que el emperador Teodosio I había proclamado el cristianismo como religión única del Imperio, el poder eclesiástico se había instalado en las ciudades e iba asfixiando los reductos del paganismo. Y actuaba con una intolerancia feroz, no sólo contra los adeptos a los antiguos cultos, sino contra los disidentes de todo tipo, ya fueran herejes o judíos, muy numerosos en Alejandría.
En esta ciudad, tanto el clero como los monjes de los desiertos vecinos y los llamados parabolanos –unos servidores de la Iglesia que también actuaban como sus guardias– seguían los dictados del obispo, y en momentos de conflicto no vacilaban en promover violentos disturbios para demostrar su fuerza, destruir los templos de los infieles y acallar sus voces.
Fue así como, instigados por el obispo Teófilo, estos fanáticos causaron grandes destrozos en diversos santuarios paganos, y en el año 391 saquearon e incendiaron el famoso Serapeo y su espléndida biblioteca. El templo de Serapis, un emblema glorioso de la ciudad durante siglos, fue convertido en iglesia cristiana, al igual que el Cesareo, un antiguo templo dedicado al culto del emperador. Quienes se negaban a convertirse a la fe dominante sufrían el asedio cristiano. Resultaban vanos sus intentos de apelar en su socorro a la corte imperial de Constantinopla, carcomida por las intrigas e impotente para frenar los tumultos de la masa fanática.
Los testimonios conservados sobre la figura de Hipatia y su siniestro final proceden de dos historiadores eclesiásticos, Filostorgio y Sócrates el Escolástico, que escribieron unos veinte años después del crimen y no ocultan su reprobación ante lo espantoso de aquel acto fanático. También del neoplatónico Damascio de Damasco, que escribió medio siglo más tarde, recogiendo ecos y datos de tan escandaloso suceso, y del obispo Juan de Nikiu, mucho más tardío.
¿QUIÉN ERA HIPATIA?
Todos coinciden en destacar que Hipatia sobresalió como estudiosa de las ciencias y la filosofía, materias a las que se dedicó desde joven. Era hija de Teón, un ilustre matemático del Museo y astrónomo notable. Hipatia, pues, era una digna heredera de la gran tradición científica del Museo, pero a la vez se convirtió en una renombrada profesora que daba lecciones públicas sobre las ideas de Platón, y seguramente de Aristóteles, atrayendo numeroso público. Esto lo sabemos también por las cartas muy afectuosas que escribió uno de sus más fieles discípulos, Sinesio de Cirene. En algunas pide consejo a su «queridísima maestra», y en otras habla de ella a sus amigos con afecto y admiración. Incluso se promete a sí mismo que recordará a Hipatia en el Hades, esto es, en el Más Allá.
Hipatia, pues, formaba parte de la élite pagana fiel a sus antiguas ideas y creencias, y velaba por el legado clásico en un ambiente que se iba volviendo más y más hostil hacia la herencia ilustrada del helenismo. Respecto del saber de Hipatia, Sócrates el Escolástico escribe: «Llegó a tal grado de cultura que superó a todos los filósofos contemporáneos, heredó la escuela platónica que había sido renovada en tiempos de Plotino, y explicaba todas las ciencias filosóficas a quienes lo deseaban. Por eso quienes deseaban pensar de modo filosófico acudían hacia ella de todas partes».
UN MÓVIL.
El siniestro suceso ocurrió en el año 415, y fue oscuramente instigado por el obispo Cirilo, sucesor y sobrino de aquel patriarca Teófilo que había impulsado a las masas devotas a destruir el Serapeo. Como su tío, Cirilo era un patriarca con mucho poder, intrigante y taimado. Sin embargo, tras su muerte no tardaría en ser santificado por sus servicios y méritos. No sabemos bien qué desencadenó la furia de Cirilo contra Hipatia, quien ni siquiera era una intelectual combativa y hostil al cristianismo. De hecho, tenía discípulos cristianos como aquel Sinesio que le escribió tantas cartas y que llegó a ser obispo de Tolemaida.
Las causas de su hostilidad hacia la filósofa: «Ocurrió un día que Cirilo, obispo del grupo opuesto, pasaba por delante de casa de Hipatia y vio una gran multitud de gente y de caballos a su puerta. Había quienes llegaban, quienes se marchaban y quienes esperaban. Cuando Cirilo preguntó por el significado de aquella reunión y los motivos del revuelo, sus criados le explicaron que era la casa de la filósofa Hipatia y que ella estaba saludándoles. Cuando Cirilo oyó esto le entró tal ataque de envidia que inmediatamente empezó a conspirar su asesinato de la manera más detestable». La envidia, pues, habría sido el desencadenante de los hechos.
Pero queda otro motivo que pudo influir en la inquina del obispo: las buenas relaciones de Hipatia con Orestes, el prefecto de la ciudad, que años antes había sido objeto de otro ataque callejero de los mismos fanáticos, uno de los cuales lo había herido en la cabeza con una piedra.
EL ASESINATO.
La filósofa murió durante el cuarto año del obispado de Cirilo. Una turba de monjes venidos de los yermos próximos o de parabolanos rodeó en pleno día a Hipatia en la misma puerta de su casa. La arrastraron a golpes hasta el interior de una iglesia, y allí la desnudaron y la descuartizaron, desgarrando sus carnes con conchas y tejas, y después de muerta quemaron sus restos en una hoguera para borrar su recuerdo.
Hipatia no murió tan joven como creían algunos pintores románticos, imaginándola como una bellísima muchacha desnuda y sacrificada en un altar por los furiosos monjes. Debía tener cincuenta años o más cuando fue tan cruelmente asesinada.😢😢
GLOSARIO:
SERAPEO: El Serapeum de Alejandría o Serapeo fue un monumental santuario para el culto de Serapis, fundado en el año 300 a. C. por Ptolomeo I Sóter y ubicado en la ciudad de Alejandría.
SERAPIS: (también Sérapis, Sarapis y Sárapis; en griego Σέραπις; nombre egipcio User-Hep) era una deidad sincrética greco-egipcia a la que Ptolomeo I declaró patrón de Alejandría y dios oficial de Egipto y Grecia con el propósito de vincular culturalmente a los dos pueblos.
DEIDAD SINCRÉTICA: El sincretismo, es un término empleado en antropología cultural y los estudios de religión comparada para referirse a la hibridación o amalgama de dos o más tradiciones culturales.
PARABOLANO: Parabolano (en griego antiguo Παράβολοι - Paráboloi, Παραβολᾶνοι - Parabalânoi) era la denominación de los miembros de una hermandad cristiana que en los primeros siglos de la Iglesia se hacían cargo, de forma voluntaria, del cuidado de los enfermos y de enterrar a los muertos.
FUENTES.
Hipatia de Alejandría. Maria Dzielska. Siruela, Madrid, 2009.
Hipatia. Clelia Martínez Maza. La Esfera, Madrid, 2009.
Sócrates Escolástico, Historia Ecclesiastica, libro VII, capítulos 13 a 15. .
Filostorgio, Historia Ecclesiastica, libro VIII, capítulo 9.
Juan Malalas, Chronographia, capítulo 14..
Sinesio de Cirene (1993). Himnos. Tratados. Introducción, traducción y notas de F. A. García Romero. Madrid: Editorial
Gredos.
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