Es una Evita distinta a la que el peronismo prefería mostrar en su comunicación oficial. No es la de los vestidos largos, el pelo recogido y los aros con brillantes. Luce una camisa sencilla y está abrigada con un saco que le sobra por todos lados. Los botones son grandes y resaltan en ese plano corto. Es una imagen que, como dice la investigadora Cora Gamarkic, no será parte de la imagen del gobierno o del Partido hasta los 70, cuándo fue apropiada por la militancia revolucionaria peronista como una bandera.
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