martes, 7 de mayo de 2019

el che es otro che

Edith Casco Taruselli
, que abrazó el comunismo stalinista. Tenía una oscura fascinación por la muerte y fue una verdadera “fría máquina de matar”. Se unió en México en los años 50 al Movimiento cubano 26 de Julio.
Tras el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, Castro lo puso al frente de la terrible prisión de La Cabaña, donde murieron cientos de cubanos: tanto personas asociadas al régimen del dictador Batista como revolucionarios del Movimiento 26 de Julio que se mantenían fieles a su objetivo original, que había sido luchar contra la dictadura de Fulgencio Batista. Recordemos que el Movimiento 26 de Julio fue, antes del Che, un grupo antiimperialista democrático, formado en su mayoría por anticomunistas y basados en las ideas de José Martí.
En La Cabaña, el Che dirigía la Comisión Depuradora, que se regía por la ley militar y no jurídica. Hay que recordar también que según la Constitución, la pena de muerte no existía en Cuba salvo para delitos de traición a la patria. Un solo cubano había sido condenado a muerte en Cuba por espionaje, durante la 2da guerra mundial. La pena de muerte la instauraron los Castro.
El Che era el encargado de dirigir “los juicios”. Pero nada de garantías y “debido proceso”. Los juicios eran sumarísimos y hechos por militares de la costilla de Castro. Las ejecuciones, se realizaban de madrugada, inmediatamente después de dictar la sentencia y de declarar “de oficio” que no había lugar a la apelación. En esas condiciones el Che mandó al paredón a por lo menos 550 personas, ¡muchísimos verdaderos revolucionarios!
La opinión personal de Guevara sobre esos fusilamientos, que no negó, fue expuesta en la UN en diciembre de 1964, cuando dijo: “Nosotros tenemos que decir aquí lo que es una verdad conocida, que la hemos expresado siempre ante el mundo: fusilamientos, sí, hemos fusilado y seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte.”
Cuando expresa esto, ya a cinco años de la caída de Batista, los fusilados no son los partidarios de Batista, sino los cubanos opositores a la nueva dictadura marxista.
Sobre la vocación malsana del Che por la sangre y la muerte y sobre la superficialidad de algunos de sus dichos, bastan estas perlitas, de su propia letra.
*Tras desembarcar en Cuba después de su viaje desde México en el yate Granma con los Castro, escribe a su mujer: “Aquí, en la selva cubana, vivo y sediento de sangre”.
*Antes, en 1954, en Guatemala, durante el derrocamiento del gobierno revolucionario de Jacobo Arbenz hace este comentario banal: “Fue muy divertido,(sic) con todas aquellas bombas, discursos y distracciones que rompían la monotonía en la que estaba viviendo”.
*En abril de 1967, en su Mensaje a la Tricontinental, enseña al mundo sobre el odio, mostrando lo más oscuro de su pensamiento: “El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta y fría máquina de matar”.
Sin más comentario. El parlamento uruguayo va a homenajearlo. ¿Qué sigue?

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