"De lo que nadie me habló fue de las sensaciones que iba a vivir al emigrar a otro país. Te despiertas, estás ahí, sola en el mundo junto a un grupo de completos extraños. Sentía como que algo me atrapaba y me encogía a la vez, algo que me hacía sentir chiquita, me daban unas ganas absurdas de dejarlo todo y subir al primer vuelo que consiguiera para volver a Venezuela. Pero cuando sentía que ya no podía dar más, me salía de adentro una energía enorme y me ponía como objetivo cambiar mis hábitos".
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