sábado, 19 de noviembre de 2016
JUANICA LA LOCA
JUANICA LA LOCA
En mi barrio de Guantánamo en la zona sur vivía una negra cuya piel era como betún, si el sol le daba fuerte parecería que se convertiría en chapapote. Siempre estaba limpia y con su ropa pobre bien lavada. Se decia que trabajaba de lavandera y un día cuando un rayo mato a su pequeño hijo se volvió loca.
Lo cierto es que cuando el cielo se nublaba salía a las calles gritando y se metía en la primera casa que veía abierta. La gente a sus gritos cerraba sus puertas y los niños del barrio, crueles siempre, le gritaban: Juanica va a llover. Y ella se desesperaba más aún.
Un día yo la vi venir y deje la puerta abierta. Mi madre en el fon do de la casa no supo nada hasta que escucho los gritos de Juanica que se tiró en un sofá a sollozar y a pedir agua salada. Mi madre se acercó y le puso un paño húmedo en la frente mientras la consolaba.
Pero Juanica estaba inconsolable y pedía agua con sal para beber. Yo fui a la cocina y vacié un puñado de sal en un vaso de agua a ver el efecto que hacía, a ver si se marchaba y por cruel que era.
Decían que si empezaba a llover se ponía peor y se metía debajo de las camas lo que empeoraría las cosas. Cuando Juanica bebió el vaso de agua resalada emitió un grito y salio como un cohete por la puerta con su cantinela de siempre.
Pasaron los años y Juanica continuó con su andar de loca. Yo la veía los domingos en la iglesia de la Milagrosa con su ropa pobre pero limpia y como acabada de bañarse. Entonces sentía más respeto por ella pero permanecía en silencio solo murmurando quién sabe qué.
Una mañana me enteré en el hospital que Juanica la loca había muerto y que nadie de la iglesia había ido a su entierroviernes, 14 de octubre de 2016
Yo nací en la orilla del rio Guaso
Cuando crecí y era un niño ya nos habíamos mudado a la zona sur de Guantánamo. Aprendí a nadar. Nos íbamos, mis hermanos y yo, a la casa de la abuela Luisa cuya casa de madera de roble se asentaba en las márgenes del rio Guaso.
Cuando aquello no existía la contaminación que hay hoy día. Nos bañábamos cerca del puente ferroviario y desde un muro artificial del antiguo puente nos lanzábamos al remanso que las aguas habían formado en chocar con el cabezal del muro. Allí nos pasábamos toda la tarde. Abuela nos traía dulces de boniato o alguna fruta de su inmenso patio.
Años después crecimos y el rio se contamino. Ya no era saludable zambullirse en sus aguas y la magia se perdió para siempre.
En 1992 una tormenta grado 5 paso por Guantánamo y arrasó con todas las casas de madera de las márgenes del rio guaso. Cuando yo traje a abuela Luisa del lugar de evacuación vimos que su casa había desaparecido. Abuela comenzó a llorar y se lamentaba por su pérdida.
-¡Mi casa ha desaparecido como un tronco viejo!-decia entre sollozos -pero eso no es lo principal! La casa es de madera y se la lleva el viento. Pero el abuelo, el balance donde siestaba, mamá agetreada en la cocina, mis hermanas correteando por los pasillos, las mesas, los sillones, los armarios, los retratos de los viejos, el juego de copas antiguo de la repisa donde tomábamos la sidra enterrada en el patio en nochebuena. Todos muertos. Por eso lloro, porque se ha llevado el rio mi pasado. Ahora son como fantasmas en la noche. Solo me falta morir para que círculo se cierre.
-Abuela. No todo ha terminado. Nos tiene a nosotros, tus hijos y tus nietos. Te queremos hasta que estes vieja y el rio no te lleve a tí.
Esa vez fue la última en que vi el rio tan de cerca, todavía sus aguas fangosas discurrían fuera de cause. Pero ahora, fuera de Cuba, cuanto me gustaría volver a sus orillas lodosas y recordar, recordar.
Yo nací en la orilla del rio Guaso
Cuando crecí y era un niño ya nos habíamos mudado a la zona sur de Guantánamo. Aprendí a nadar. Nos íbamos, mis hermanos y yo, a la casa de la abuela Luisa cuya casa de madera de roble se asentaba en las márgenes del rio Guaso.
Cuando aquello no existía la contaminación que hay hoy día. Nos bañábamos cerca del puente ferroviario y desde un muro artificial del antiguo puente nos lanzábamos al remanso que las aguas habían formado en chocar con el cabezal del muro. Allí nos pasábamos toda la tarde. Abuela nos traía dulces de boniato o alguna fruta de su inmenso patio.
Años después crecimos y el rio se contamino. Ya no era saludable zambullirse en sus aguas y la magia se perdió para siempre.
En 1992 una tormenta grado 5 paso por Guantánamo y arrasó con todas las casas de madera de las márgenes del rio guaso. Cuando yo traje a abuela Luisa del lugar de evacuación vimos que su casa había desaparecido. Abuela comenzó a llorar y se lamentaba por su pérdida.
-¡Mi casa ha desaparecido como un tronco viejo!-decia entre sollozos -pero eso no es lo principal! La casa es de madera y se la lleva el viento. Pero el abuelo, el balance donde siestaba, mamá agetreada en la cocina, mis hermanas correteando por los pasillos, las mesas, los sillones, los armarios, los retratos de los viejos, el juego de copas antiguo de la repisa donde tomábamos la sidra enterrada en el patio en nochebuena. Todos muertos. Por eso lloro, porque se ha llevado el rio mi pasado. Ahora son como fantasmas en la noche. Solo me falta morir para que círculo se cierre.
-Abuela. No todo ha terminado. Nos tiene a nosotros, tus hijos y tus nietos. Te queremos hasta que estes vieja y el rio no te lleve a tí.
Esa vez fue la última en que vi el rio tan de cerca, todavía sus aguas fangosas discurrían fuera de cause. Pero ahora, fuera de Cuba, cuanto me gustaría volver a sus orillas lodosas y recordar, recordar.
jueves, 15 de septiembre de 2016
LA VIRGEN DE LA CARIDAD EN URUGUAY
Era una mañana desolada. Llovía y fui a ver al sacerdote. Lo encontré leyendo en la sacristía. Vio mi cara compungida.
__ ¿Qué te sucede hijo?
__ No se padre. Hoy me levante extrañando a los míos. Todos están en Punta del Este pero mi ánimo no estaba para celebraciones. Extraño sobre todo a los que están en Cuba.
__ Eso sucede cuando no miras a tu corazón y ves en lo más profundo que ellos están a tu lado.
__ Trato Padre pero mi corazón ya está vacío. No hay nada en él.
__ Ve al fondo de la iglesia, a mano derecha, en un rincón oscuro y ya verás algo que te pertenece.
La Iglesia era muy vieja y la estaban reparando. Se ubicaba en uno de los lugares más recónditos de la ciudad vieja de Montevideo. Camine entre los maderos que sostenían los andamios. Todo estaba oscuro y húmedo.
Y un rincón del fondo alguien se había acordado y depositado una Virgen de la Caridad del Cobre. No tenía las vestiduras de lujo que tenía en Cuba. El orfebre se había esmerado en los detalles. Su manto cubría sus pies. Me pregunte quien había tenido la devoción para traerla y depositarla para que todos los cubanos la veneraran. Había otros muchos santos alrededor, pero yo no vi a otro. Me arrodille y toque su manto y rece por todos los cubanos que como yo la soledad los aprisionaba.
Y sentí que todo estaba bien a pesar de mis lágrimas.
Me puse de pie y me retire del lugar. Al pasar por la sacristía quise despedirme del Padre. El miro mis ojos húmedos y no dijo nada, ya sabía el efecto de la Virgen en mí.
Ya tenía un lugar en Montevideo donde sabia alguien celestial me esperaba cuando mi ánimo decayera. La Virgen de la Caridad del Cobre extendía su manto sagrado a los cubanos que como yo anhelaban consuelo.
martes, 19 de julio de 2016
UNA URUGUAYA VALIENTE EN CUBA
Cuando venia de retorno a Uruguay después de unas azarosas vacaciones en Cuba, me encontré en el aeropuerto un drama que por sus visos era sociopolítico y humano.
Me acerque a primera fila para escuchar el dialogo. Una señora de unos cuarenta años, bella aun y bien vestida, se encontraba en la zona del check in junto a cientos de pasajeros y se había formado un coro alrededor de ella. Era de baja estura, peinado elegante y cutis bien maquillado pero tenia una voz- imponente casi gritaba_ a los funcionarios vestidos de azul que vigilaban la terminal aérea. La señora empezó con tono conciliador y todos la escuchaban, la mayoría de los pasajeros eran cubanos esperando diferentes vuelos sobre todo a España y Uruguay.
El asunto era que el esposo se había descompenzado de tanto esperar el vuelo y su Presion Arterial había subido a niveles peligrosos y las autoridades del aeropuerto se lo habían llevado a una zona donde la esposa no podía acceder.
___ Yo tengo que ver a mi esposo. Ver como esta con mis propios ojos.
se __ Señora. No se le permite entrar a la sala donde esta. Es zona restringida. ¿Usted tiene los medicamentos para la presión, si es asi no los facilita un momento?
__ Pues yo no le voy a dar la medicina hasta que vea a mi esposo.
__ Pero entienda. No puede pasar.
__ ¿Cómo que no puedo pasar? ¿Es esto una fortaleza militar?. Hagamme el check in del pasaporte y las valijas y déjenme pasar si no quiere que se le arme un escandalo delante de todo el mundo.
__ No puede. Son ordenes que vienen desde arriba. Inviolables.
La señora subio la voz y se mantuvo firme. Ya la rodeaban un grupo de funcionarios y funcionarias y policías del aeropuerto.
__ Denos la medicina, por favor, su esposo esta mal.
__ Pues si esta mal con mas razón me deben dejar pasar pero si hay un medico ahí tendrán medicamentos antihipertensivos o es que la miseria en que esta el pueblo también alcanza a los aeropuertos.
Los funcionarios se miraron pero la señora era imparable
__ Yo vivo en un país democrático y puedo hablar sin miedo lo que venga en gana. Si quiere puedo llamar al embajador y hasta el mismo Presidente de la Republica. Es mi derecho. No soy como ustedes que tienen que meterse la lengua por el orto.
Una funcionaria le pregunto al de al lado que significaba la palabra. Ya habia gentio alrededor de la señora. Todos escuchaban pero nadie se atrevia a abrir la boca. Una chica joven vestida de jinetera intervino:
__ Yo soy revolucionaria pero tengo ciudadanía española pero la verdad que este vuelo se ha tardado bastante.
Los demás asintiron pero ninguno abrió la boca. Era el típico chantage a que somete el régimen comunista al exilio: no hablar mal de la Revolucion para que lo dejen entrar y eso esta arragaido en la mente de la mayoría de los exiliados.
La señora se mantenía en sus firmes, no entregaria la medicina.
__ Señora.Usted quiere viajar hoy__ Le dijo un policía de alto rango. Pero eso no amedentro a la Uruguaya.
__ Claro que si. Con todos mis derechos internacionales. Usted cree que es la primera vez que viajo por el mundo. Se cuales son mis derechos y es estar con mi esposo. Si se complica la culpa es de ustedes y lo demandare por ello.
Los guardias conferenciaron entre ellos.
__ Si ustedes no hacen nada es que son una pila de mierda. Asi se los digo. Pila de mierda, pero la medicina solo se la dare a mi esposo que no tiene una asistencia de una de las potencia medicas del mundo. Todo es mentira. Pura propaganda.
Ya eran como mil gente congregada alrededor de la señora y su voz fuerte y robusta llegaba a todos los rincones con el silencio que reinaba. Al fin el policía de alto rango hablo con los funcionarios y orderaron a la Uruguaya que pasara al recinto donde estaba su marido y todos nosotros los que viajaban a Uruguay la seguimos como unos automatas por aquella valiente mujer que le había dicho cuatro verdades a las autoridades y nosotros con nuestro mutismo eramos victimas aun viviendo lejos, con nuestro silencio, de las atrocidades del Castrismo.
Suscribirse a: Entradas (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario