Hoy oficialmente dejo de ser residente de neurocirugía. Guardaré la bata que bordé yo mismo y el cuño que diseñé a mi gusto. Pondré a buen resguardo mis pinzas, mi monopolar, mi martillo para reflejos, mi diapasón, mi termómetro digital, mi oxímetro, mi estetoscopio y esa minerva que sirvió para sujetar la vida de varias personas cuando lo necesitaron. Pongo en pausa mi corazón y a todos esos instrumentos que me hicieron feliz cada día salvando vidas hasta que un ser despreciable decidió terminar con mi carrera. Los pongo en pausa pero no los olvidaré ni los apagaré porque sé que los volveré a usar algún día cuando mi Cuba sea libre o cuando en algún otro lugar el médico sea medido por su profesionalidad y no por su pensamiento político. Un mensaje dejaré... "A quien hoy me cerró la puerta mañana le compraré la casa."
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