hel Nostredamus, quien habría escrito literalmente : “en el séptimo mes de 1999, gran Rey del terror del cielo vendrá, resucitará el rey de angolmois , antes y después Marte reinará”; y entonces mi amigo Reynaldo le daba vueltas y revueltas a la cuarteta y concluía fehacientemente que la cosa era muy clarita, el mundo se acabaría allí y en esa fecha.
Tal era su convicción que cuando allá por finales del 98 lo llamé desde la frontera a su lejana Curitiba para desearle un feliz 1999, me contestó con un desconcertante “feliz semestre”, que me dejó estupefacto, pues ni aun allí, cuando la inminencia de su fracaso se evidenciaba, no se bajaba de sus convicciones milenaristas.
Y bueno así era Raynaldo, tan obsesivo en sus convicciones, que llegó al extremo de que en aquel julio de 1999, quizás solo para no perder el sostén se sus convicciones, se dejó llevar fatalmente por el aguijonazo de un infarto sin admitir asistencia médica , y ya no pudimos mas contar con su inagotable y obstinada convicción al límite de lo concebible.
Cierta vez, le pregunté si por algún momento no se le había pasado por la cabeza de que sus cálculos podrían estar errados, o por lo menos ya no los suyos, sino los del profeta Francés, y me sonrió sarcásticamente… antes de escupirme la obvia respuesta: “No es solo Nostradamus, es la Biblia, y antes que la biblia el Popol Vuh de los Mayas, y antes los Egipcios, y antes de ellos Babilonios, y antes los Sumerios y otros antes… Nostradamus solo le puso la fecha….” Y por ahí terminamos la conversación, que tuvo como postre la aseveración asustadora que hasta hoy me mueve y me conmueve, en el sentido de que quizás cuando el día llegue, no todos entiendan de que ya hemos llegado al fin de los días y algunos sigamos vagando por el valle de la muerte sin entender que todo ya se fue al infierno; pues Reynaldo finalizó su discurso con la clásica frase bíblica de que llegado el tiempo “los vivos envidiaran a los muertos…”.
Pero ta eso es solo para recordar a Reynaldo que no lo puedo olvidar cada vez que las campanas de fin de año comienzan a repicar, asi como tampoco puedo olvidar a mi amigo Handar aquel guri genio de ajedrez, “el turquito” como le decimos, que no entiendo por qué un día resolvió pasarse una cuerda por el pescuezo y terminar con su existencia con apenas 22 años; y eso aun hoy me lastima, porque Handar era a mas de todo un amigo, y un amigo a quien quería mucho y aun lo quiero.
Pero decía que en todo esto el que se lleva sin dudas todos los lauros es Heraclito, hombre extraño si los hay, hijo único de un estanciero de menuda fortuna por campos de Durazno, Flores Florida y hasta Paysandú, que perdió a su madre cuando tenía solo siete años víctima de una tisis galopante, y entonces el padre enajenado por la pérdida, siendo un lector empedernido y envalentonado por la novela de Julio Verne “La Vuelta al Mundo en 80 días”, se le ocurrió hacer lo mismo, agarró al crio y partieron .
Pasaron 10 años viajando y cuando volvieron ya el anciano no le quedaba mucho de vida, y se murió en una de sus estancias, entonces Heraclito se tomó el horizonte por destino y así se patinó la fortuna.
Yo lo conocí ya pobre en Guaraquezaba allá por los ochenta, cuando se dedicaba a narrar sus historias y vivencias en bares y restaurants a cambio de algunas monedas y el plato del día.
Pero vivía y vivía feliz.
Después anduvo por la frontera y hasta creo que lo contrataron como profesor de letras en una facultad de Pelotas o Santa María y medio que levantó cabeza, porque si hay algo de que no había dudas, es que Heraclito sabia y sabia en serio.
Y sabia de todo y de todo sabia mucho.
Sabia de lenguas, dialectos, historia, literatura, química, física, arqueología y mucho mas.
En sus andadas había intimado con Neruda, con Octavio Paz, Con Roas Bastos, había conocido personalmente a Einstein, estuvo preso en la Italia de Mussolini, conoció personalmente a Trotski, llegó a ser amigo de la Madre Teresa, intimó con Juan XXIII, estuvo en el Tíbet, En Sud África en el Congo en Corea en Alaska en Perú y muchas cosas mas.
Pero si hay algo que me fascinaba de Heraclito era su optimismo, año tras año antes de finalizar hacia una lista de lo que pretendía hacer y lograr en el año siguiente; según decía eso lo había aprendido de un monje budista durante su estadía en Bangladesh, y antes de finalizar el próximo año repasaba lo que había logrado y lo que le faltaba realizar, y sentía gran satisfacción al comprobar que mucho de lo que había soñado no lo había logrado, pues según decía, mientras hubiesen sueños por conquistar, habría razón para seguir viviendo…
A Heraclito lo dejé de ver allá por principios de los noventa, cuando yo agarré para el lado del Puerto Seco y él siguió su destino de contar historias y entrelazar sueños.
Supongo que por una cuestión biológica ya no debe vivir (pues ciertamente ya debiera de andar por los ciento y pico largo) entonces ya no debe de andar surcando este valle de los muertos vivos (sin saberlo) según la versión de mi amigo Reynaldo, pero viniendo de Heraclito todo es posible: pero sea como sea en su enseñanza siempre sembradora de esperanza y cosechadora de sueños, me motiva a ir armando una lista, no con el afán de lograrlos sino con la idea de que mientras hallan sueños pendientes, ha de haber razón para seguir viviendo.
Por eso y por mucho más, a la barra les deseo un ¡FELIZ AÑO NUEVO! y a seguir enhebrando sueños….
Tal era su convicción que cuando allá por finales del 98 lo llamé desde la frontera a su lejana Curitiba para desearle un feliz 1999, me contestó con un desconcertante “feliz semestre”, que me dejó estupefacto, pues ni aun allí, cuando la inminencia de su fracaso se evidenciaba, no se bajaba de sus convicciones milenaristas.
Y bueno así era Raynaldo, tan obsesivo en sus convicciones, que llegó al extremo de que en aquel julio de 1999, quizás solo para no perder el sostén se sus convicciones, se dejó llevar fatalmente por el aguijonazo de un infarto sin admitir asistencia médica , y ya no pudimos mas contar con su inagotable y obstinada convicción al límite de lo concebible.
Cierta vez, le pregunté si por algún momento no se le había pasado por la cabeza de que sus cálculos podrían estar errados, o por lo menos ya no los suyos, sino los del profeta Francés, y me sonrió sarcásticamente… antes de escupirme la obvia respuesta: “No es solo Nostradamus, es la Biblia, y antes que la biblia el Popol Vuh de los Mayas, y antes los Egipcios, y antes de ellos Babilonios, y antes los Sumerios y otros antes… Nostradamus solo le puso la fecha….” Y por ahí terminamos la conversación, que tuvo como postre la aseveración asustadora que hasta hoy me mueve y me conmueve, en el sentido de que quizás cuando el día llegue, no todos entiendan de que ya hemos llegado al fin de los días y algunos sigamos vagando por el valle de la muerte sin entender que todo ya se fue al infierno; pues Reynaldo finalizó su discurso con la clásica frase bíblica de que llegado el tiempo “los vivos envidiaran a los muertos…”.
Pero ta eso es solo para recordar a Reynaldo que no lo puedo olvidar cada vez que las campanas de fin de año comienzan a repicar, asi como tampoco puedo olvidar a mi amigo Handar aquel guri genio de ajedrez, “el turquito” como le decimos, que no entiendo por qué un día resolvió pasarse una cuerda por el pescuezo y terminar con su existencia con apenas 22 años; y eso aun hoy me lastima, porque Handar era a mas de todo un amigo, y un amigo a quien quería mucho y aun lo quiero.
Pero decía que en todo esto el que se lleva sin dudas todos los lauros es Heraclito, hombre extraño si los hay, hijo único de un estanciero de menuda fortuna por campos de Durazno, Flores Florida y hasta Paysandú, que perdió a su madre cuando tenía solo siete años víctima de una tisis galopante, y entonces el padre enajenado por la pérdida, siendo un lector empedernido y envalentonado por la novela de Julio Verne “La Vuelta al Mundo en 80 días”, se le ocurrió hacer lo mismo, agarró al crio y partieron .
Pasaron 10 años viajando y cuando volvieron ya el anciano no le quedaba mucho de vida, y se murió en una de sus estancias, entonces Heraclito se tomó el horizonte por destino y así se patinó la fortuna.
Yo lo conocí ya pobre en Guaraquezaba allá por los ochenta, cuando se dedicaba a narrar sus historias y vivencias en bares y restaurants a cambio de algunas monedas y el plato del día.
Pero vivía y vivía feliz.
Después anduvo por la frontera y hasta creo que lo contrataron como profesor de letras en una facultad de Pelotas o Santa María y medio que levantó cabeza, porque si hay algo de que no había dudas, es que Heraclito sabia y sabia en serio.
Y sabia de todo y de todo sabia mucho.
Sabia de lenguas, dialectos, historia, literatura, química, física, arqueología y mucho mas.
En sus andadas había intimado con Neruda, con Octavio Paz, Con Roas Bastos, había conocido personalmente a Einstein, estuvo preso en la Italia de Mussolini, conoció personalmente a Trotski, llegó a ser amigo de la Madre Teresa, intimó con Juan XXIII, estuvo en el Tíbet, En Sud África en el Congo en Corea en Alaska en Perú y muchas cosas mas.
Pero si hay algo que me fascinaba de Heraclito era su optimismo, año tras año antes de finalizar hacia una lista de lo que pretendía hacer y lograr en el año siguiente; según decía eso lo había aprendido de un monje budista durante su estadía en Bangladesh, y antes de finalizar el próximo año repasaba lo que había logrado y lo que le faltaba realizar, y sentía gran satisfacción al comprobar que mucho de lo que había soñado no lo había logrado, pues según decía, mientras hubiesen sueños por conquistar, habría razón para seguir viviendo…
A Heraclito lo dejé de ver allá por principios de los noventa, cuando yo agarré para el lado del Puerto Seco y él siguió su destino de contar historias y entrelazar sueños.
Supongo que por una cuestión biológica ya no debe vivir (pues ciertamente ya debiera de andar por los ciento y pico largo) entonces ya no debe de andar surcando este valle de los muertos vivos (sin saberlo) según la versión de mi amigo Reynaldo, pero viniendo de Heraclito todo es posible: pero sea como sea en su enseñanza siempre sembradora de esperanza y cosechadora de sueños, me motiva a ir armando una lista, no con el afán de lograrlos sino con la idea de que mientras hallan sueños pendientes, ha de haber razón para seguir viviendo.
Por eso y por mucho más, a la barra les deseo un ¡FELIZ AÑO NUEVO! y a seguir enhebrando sueños….
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